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viernes, 31 de julio de 2015

LOS CABALLOS COMO HERREMIENTA CONTRA LA DEPRESION



VERDADEROS HEROES EQUINOS...
También se aplica la hipoterapia en mujeres que han sufrido violencia de género
Las terapias ecuestres han ampliado en los últimos años su radio de acción a cuestiones muy diversas y frente a las que se muestran efectivas. Si en principio se abordó con ellas el tratamiento a personas con síndrome de Down, autismo o parálisis cerebral. Ahora se trabaja también con caballos en casos como la depresión o la violencia de género. Así lo ha puesto de manifiesto la decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pablo de Olavide, Rosa María Díaz, en los curos de verano que la universidad desarrolla en Carmona.
Según explica esta profesora al margen de los paradigmas terapéuticos tradicionales, en la actualidad se está abriendo el espectro de la utilización del caballo para cuestiones como la mejora de la escoliosis o problemas de suelo pélvico. En particular hay un auge de su uso en tratamientos para situaciones de depresión y trastornos de conducta, afirma.
En este sentido, la experta destaca la aplicación de la hipoterapia con víctimas de la violencia filioparental, donde los programas de intervención son «integrales» y se trabaja con ambas partes del conflicto: hijos y padres. También se emplea el caballo en los casos de violencia de género «para la mejora de las condiciones personales de mujeres víctimas de violencia de género con y sin discapacidad». Incluso más allá, Díaz señala que «se están vinculando intervención con caballos con procesos de mejora de la participación de las mujeres en su entorno social, incluso económico».
Este animal también se muestra útil para trabajar con menores en riesgo de exclusión social. Se está haciendo frecuente su uso en centros de menores, donde está demostrando su capacidad para «para orientar de alguna manera la vida de estas personas, ya que niños y jóvenes encuentran una “motivación en su desarrollo, aumento de la autoestima e instrumentos para superar los problemas emocionales», afirma Rosa María Díaz.
De esta manera, ilustra cómo la orientación de las terapias ecuestres ha pasado de una «misión terapéutica, es decir, a recuperar y restaurar funciones que las personas no podían desempeñar por algún tipo de circunstancia patológica o de discapacidad». Se trata del paso a ámbitos educativos y sociales de las terapias asociadas con los caballos.

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